Gabriel García Márquez escribiendo "Cien años de soledad"

3/5/09

-Relato 3 de Manuel López (y otro)

Mamá (dedicado al crítico anónimo al que no gustó el otro relato 3)

Tal que esas máquinas de los bares que tras echarle unos céntimos te favorecen con una baratija para niños, Víctor, ya con cuarenta años, en cuanto empezó a ganar dinero, comienza a dar rienda suelta a todo el horroroso “flato” petulante con cuya semilla Dios le había dotado.
“Don Víctor, por favor, don Víctor! Pero es que usted no se da cuenta de la diferencia por lo que veo... fíjese nada más en la verticalidad de la burbuja, en la línea recta que marca al hacer el recorrido desde el fondo de la copa en que nace hasta la superficie... ahí está la clave de un cava bueno e incluso de uno excelente... y si tiene paciencia y espera unos minutos, podrá observar que la burbuja permanece con la misma regularidad emergiendo del fondo a la superficie, sin que el tiempo de exposición reste uniformidad a la frecuencia de salida... ¿se da usted cuenta? Por eso, cuando me ha dicho que este cava que me trae es de la misma calidad que un don Perignon... perdone que le diga, pero...”. Víctor inclina la cabeza y desvía la vista del camarero encumbrándose más en su asumida superioridad.
“Sí, me parece que lleva usted razón...”
Víctor ni siquiera asiente, endurece el gesto y replica en voz baja.
“Don Víctor, por favor, don Víctor”
Y mira de reojo a Carmen, su mujer.
“Sí, don Víctor, eso. No se preocupe que no volverá a ocurrir. Ahora mismo les traigo lo que me han pedido. Y todo lo que desee don Víctor, nada más que pedirlo, don Víctor, nada más que pedirlo.”


“Ay, hijo, si tu es que desde que ves mundo, y sales y entras, y haces esos viajes y esos cursos en los que aprendes tanto,... pues estás al día de todas las cosas, y claro, pues sabes hablar y le puedes decir que si esto que si lo otro... pero una, aquí metida todo el día, con tu padre, que está..., porque estar está, pero como está... te acuerdas de eso que decía Gila, que tenía tanta gracia... pues eso, igual pero sin gracia, papá está pero cómo está...! con eso que tiene, claro yo, con eso de agradarlo... ay hijo, que tengo que estar todo el día... y haciendo la casa, claro, vosotros os vais porque qué vais a hacer, es ley de vida, a vuestra casa, con vuestra familia, pero yo, aquí metida todo el día con él... con decirte que me han salido unas almorranas, oye, y que no se me van eh? Que es que no se me van... Y es lo que yo digo, ¿almorranas? Hasta en el alma tenían que salirme con lo que traigo todo el día para acá y para allá.... que es no parar, que es que es no parar...!”
Víctor, sentado, piernas cruzadas, en la cocina antigua y holiendo un poco a rancio de la casa de sus padres, apenas cambia la expresión.
“Mamá, le das mucha importancia a papá y al Alzehimer. Si mira qué bueno está que ni siquiera está aquí, yo cada vez que vengo lo encuentro con sus libros y sus cosas... ¡Cómo siempre! ¡Que todavía no tiene nada! Pues, nada, como te decía mamá, así que se lo dije al camarero hace un rato, y que le hice abrir las dos botellas, ¡vaya que sí!, me va a mí, ¡que no, que a mí no me lo cuela...! Pues fíjate como es la gente que ya, en cuanto se dio cuenta de que a mí no me la pasaba... detrás mía lo tenía como un corderito, “Desea algo más don Víctor, se encuentra todo a su gusto, don Víctor, todo lo que desee nada más que pedirlo, don Víctor” Hombre!! Es que una cosa es una cosa y otra es otra, y si son cuatro tenedores pues son cuatro tenedores; como que le pido el libro de reclamaciones antes que cante el gallo y ahí que se queda, que se lo digieran, pues hasta ahí podíamos llegar... que yo no los he puesto, si tienen cuatro tenedores, pues haceros cargo de ello, ¿no tengo yo siete personas a mí cargo? Que yo creo que no te lo había dicho, ¿no mamá?”
“Pues creo que no hijo, me cuentas tantas cosas... y una que está tan en su mundo...”
Mientras su madre termina de hacer el fregadito de los platos y de la cocina, oye a su hijo, que sigue hablando cual si delante de auditorio se encontrara.
“Y esa responsabilidad... hay que saberla llevar... siete personas, y las tengo que no me rechista ni uno, ¿por qué? Porque respondo, porque respondo de mis capacidades y de mis competencias... y de ellos, si no, estaríamos buenos todos!”
“Y Carmen, ¿por qué no ha venido?”
“Está muy ocupada mamá, ya sabes que ella... y ahora, cuando terminara... voy a recogerla... nos vamos a comprar otro coche, ¿sabes? Uno más grande, más potente, más seguro, que dé más seguridad en la carretera... que ahora ella no para, hace a la semana no sé si son quinientos kilómetros o así, y para estar todo el día del chalet al trabajo, del trabajo al chalet y demás, uno grande, que le de seguridad, sobre todo seguridad...”
“Ay hijo, eso es, seguridad, seguridad, si es lo que todos buscamos, que yo con tu padre tengo ya todo lo que me hacía falta, que él no hace nada, porque la verdad es que no hace nada, pero como no para de inventar, que si esto que si lo otro, que si vamos para allá que si vamos para acá, y eso que le está dando, que para mí que se le nota ya un poquito... eso del...”
“Alzeimer, mamá”
“Eso del Zeimer que...”
“Alzehimer, mamá, Alzehimer!”
“Eso, Zehimer, Zehimer, pues yo le sigo la corriente, que no se le nota mucho pero yo pues trato de todo lo que quiera pues dárselo, como luego se quedan como los niños de pecho... no dicen eso? Una lastimica que me da nada más de pensarlo...”
“Mamá, pero eso es después, papá tiene principio de Alzehimer, tu ahora trátalo como si nada...”
Víctor sabe que su madre siempre le ha seguido la corriente a su padre.
“Pero hijo qué voy a hacer, si es tu padre, qué voy a hacer... y con la ayuda de sus hermanas que tengo una ayuda, que es que ni preguntan por él, ya lo sabes tú de toda la vida, ¿no? Que “Con su querer y el de un fraile, me hago aire”, eso ya lo sabes tú, que con ellas no se puede contar para nada, de nunca de nunca...!”
“Pero mamá, no seas exagerada, que papá ahora es como si no tuviera nada... es que ya te has obsesionado con lo del Alzehimer y...!”
“Pero hijo, qué voy a hacer, si es tu padre...”
“Mamá, que tu no te preocupes... que no, que ya sabes tu que yo conozco al delegado de Sanidad, que ha estado en la oficina para un par de asuntos que le he solucionado yo con mi equipo y es lo que él me dice, “Don Víctor, don Víctor,...””
“Ay, hijo, el delegado te habla de don, si es que cuando yo digo que has llegado lejos, y mira de donde saliste, de aquí de debajo de mis faldas como quien dice, y de este pueblucho que no ha dado en su vida más que terrones, malas hierbas y sudores, como dice tu padre, que la verdad sea dicha, es muy fino cuando quiere... y ahora con eso del Zehimer, veremos a ver como se me queda...”
Víctor se remueve en la silla y continúa como si nada.
“Pues eso mamá, eso me dice el delegado: “Don Víctor, don Víctor...”, y yo le digo: “Pero quite usted, quite el don que me ofende, hasta ahí podíamos llegar...”, “Pues eso, Víctor, para lo que usted quiera, para lo que usted quiera que no tiene nada más que ir a buscarme a la delegación, cualquier detalle, cualquier tontería, allí estoy yo para servirle...”, Así que me lo tiene dicho, mamá, y no una, dos y tres veces, cada vez que lo veo, y cuando papá esté un poco peor, tu no te preocupes que de nada le va a faltar, de nada...! Hablo yo con el delegado y en dos días tenemos una ayuda a domicilio o lo que haga falta.”
“Ay, Dios te oiga, hijo, Dios te oiga! Si cuando yo digo...”


“”Le traigo”... será “Le sirvo”. Pero Carmen, ¿se podrá ser más cateto y más ignorante? La última vez que venimos a este restaurante, Carmen, ¿tu te crees el trato? Y que no se te vaya a ocurrir decirle a nadie que hemos estado, a nadie; o… sino no, que lo sepan todos, que lo sepan todos, sí, sí, estas cosas hay que ponerlas sobre aviso, hay que sacarlas a la luz; pero qué abuso, pero qué abuso, estoy deseando soltarle los ciento cincuenta euros y a tomar por el culo. ¡Aufff...! Es que ya me siento molesto, como si me picara la ropa por dentro, porque, y eso ya lo sabes tú, si hay algo que me molesta es dar explicaciones, y si hay algo que ya es que me toca las pelotas es tener que decirle a la gente cómo ha de hacer su trabajo, coño, para aprender ya tienen la escuela, no?! Trabajar es trabajar, y ya está. Oye, Carmen, no te olvides pasar por la tintorería a recoger el traje marrón. Quedamos a las siete y media, yo acabo de ver a mi madre a las siete y en media hora nos vemos en casa. A ver lo que me cuenta mi madre que desde el diagnóstico de Alzehimer de papá está muy nerviosa. A ver que le cuento que se tranquilice, ya se me ocurrirá algo. Hala, ya está aquí el camarero, a ver lo que nos trae... le hemos pedido solomillo y nos traerá besugo, ¿qué te apuestas?”

6 comentarios:

  1. No me ha quedado claro del todo este relato, aún habiéndolo leído un par de veceso. Tal vez laculpa mía por no prestar toda la atención necesaria.

    Entiendo los saltos de línea como lagunas mentales por el Alzheimer que padece el protagonista, pero en este párrafo me perdí: "Oye, Carmen, no te olvides pasar por la tintorería a recoger el traje marrón. Quedamos a las siete y media, yo acabo de ver a mi madre a las siete y en media hora nos vemos en casa. A ver lo que me cuenta mi madre...". El "yo acabo de ver a mi madre" es una equivocación en vez de poner "veré a mi madre" para así darnos a entender la enfermedad del protagonista que se le olvida que ya la vio, o es que no he entendido el relato?

    Un saludo

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  2. Posiblemente mejor: Yo terminaré de ver a mi madre a las 7.30". Te explico. El relato tiene tres partes. La primera y la última ocurren en el restaurante entre Víctor y su mjer Carmen. Ocurren en un mismo tiempo, son la misma escena. Después de ella , victor se irá a ver a su madre y Carmen de compras y quedarán a las 7.30. Pero yo he partido esa escena del restaurante y en medio he metido la cnversación que victor y su madre tienen en casa de la madre. En esa conversación victor dice a la madre que n se preocupe por el alzeimer de su marido (padre de Victr) pues él conoce al delegado que puede echarles una mano cuando lo necesiten. Finamente V´ctor dice a su mujer en el restaurante antes de terminar de cmer qe "a ver que le cuento a mi madre para que no se preocupe del Alzeimer" es decir, que lapiensa engañar, con una mentira que el lector ya conoce pues antes ha leido ese párrafo dela conversación entre víctor y su madre. Ello acrecienta la idea de víctor como petulante mentiroso. Siento no hayas comrendid el relato a la primera. osiblemente no está muy claro y bien escrito por mi parte.
    De todas formas, muchas gracias por leerlo.

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  3. ¿Has leido a Cortázar? ¿Conoces a Bruno?

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  4. He leído algo de cortázar y no conozco a bruno. Pero coméntame algo

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  5. El compañero Bruno es fiel como el mal aliento. Ya veo que no me has reconocido por mi comentario. ¿Y si te hablo de Johnny?

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  6. Sí, a Johny si lo conozco, aunque creo que salió mal parado de alguna conversación que tuvimos, ¿no? ESo es lo que temo de cotazar, que no resista uno de nuestros careos con él y su lectura sea una perdida d etiempo.Te escondes, pillo.

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