Gabriel García Márquez escribiendo "Cien años de soledad"

3/5/09

-Relato 3 de Manuel López

La pelea
Las calles empedradas recogen sus pasos y los tiran contra las paredes hechos ecos. De noche ya. Las puertas las ventanas cerradas. La luz encerrada asoma espía por las rendijas. Acaricia su barba. Cejijunto avanza, todavía envalentonado por la pelea, alterado, ausente, inquieto. A veces la mejor defensa es un ataque. Pero esta vez no había podido ser así. Un gato negro que se cruza. Escuálido, desgreñado. “Como yo, como esta noche, escuálida y desgreñada”, piensa. Sigue andando. Nota un calor húmedo que le baja por la mano izquierda y que se desprende de los dedos. La sube, la mira, su mano gotea sangre desde algún lugar que no le dolía hasta ese momento. Se observa, se busca, sigue andando, se detiene de nuevo. Acaricia su barba. Saca un pañuelo y envuelve la mano sangrante en él. Quiere llegar, perderse de la calle que le deja indefenso a solas con sus sentimientos. Sentarse, recapacitar. Dar marcha atrás y pensar qué ha salido mal. Cruza una calle y después otra. Sube a la acera, anda, no hay estrellas ni luna, si acaso nubes caen grises desde el cielo hasta las torres. Prefiere los callejones. Le duele el brazo, la mano, no sabe bien dónde, la muñeca, la anatomía, esa bodega donde el saber del hombre fermenta sobre la piel, los huesos, la carne, lo frágil, lo no ideal. Pensamientos van y vienen en su mente transfigurada por el dolor y la incomprensión de los hechos. Llega a la puerta de su casa. Acaricia su barba. Encuentra la llave. La portera asoma tras la puerta. La ignora. Sube las escaleras. Cruza un gato. Escuálido, desgreñado. “Como yo, como esta noche, escuálida y desgreñada”, piensa. Se detiene y observa su huida. Acaricia su barba. Los últimos escalones hasta su puerta. Abre a duras penas. Cierra. Pero la seguridad de la puerta cerrada no alivia su dolor como pensaba. Enciende un candil. Se desnuda de la chaqueta y la cuelga. El impacto del golpe le ha hundido un gemelo de la camisa en la piel de la muñeca. Se siente una pieza, él, su ropa, el gemelo, el dolor. Tira de la camisa. No se mueve un ápice. Le duele. Sangre. Cierra los ojos, asiente, se siente defraudado e impotente. Vuelve a intentarlo. Nada. El gemelo de la camisa se ha empotrado en la carne. Se levanta, da un par de vueltas, toma aire, abre la ventana. Se sienta. De un tirón arranca la camisa y el gemelo de su piel herida. Los labios apretados. Sangra. Agua. Se limpia la herida, la lía con trapos limpios, blancos. Se tumba e intenta descansar, dejando que todas las imágenes del día pasen por su mente. Rápidas. Cae en una ligera ensoñación.
Año y medio después, al comienzo de la primavera, despertará una mañana oyendo voces en la calle. Voceando, pasará el pescadero. Que esa mañana se habrá anticipado a su horario habitual. Valle-Inclán permanecerá en la cama. Amodorrado. Un poco de luz se colará por las rendijas de la persiana. Ya se habrá acostumbrando a la ausencia de su brazo izquierdo, cangrenado y amputado tras el bastonazo. Habrá quedado atrás como esos conocidos a los que la vida lleva de un lado a otro hasta que sólo los encuentras en la memoria.

6 comentarios:

  1. Creo que las primeras líneas necesitan una revisión. Tienes frases muy interesantes con otras que estorban. Es como estar en un discurso y empezar a tartamudear.

    En el final hay una cantidad excesiva de puntos seguidos. Quizás sean para transmitir velocidad a la narración pero hay frases donde entorpecen la lectura.

    Con unos cuantos retoques ganaría mucho el relato ya que se nota que cuando quieres puedes sacar buenas frases.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. No me gusta nada este relato, al contrario de otros que ha escrito usted,este no me trasmite, ni me engancha.
    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Se trata de un pequeño juego literario. S´lo hay dos párrafos en el texto y año y medio de diferencia entre ellos. El primero acaba con Valle Inclán durmiéndse y el segundo con él despertándose. Es como si hubiera despertado siendo otra persona. Tal que en el Proceso o en La Metamorfosis (guardando las distancias!!!). Pero todo ello comprimido al máximo.No aprecio necesidad de revisión . Si se lo arece, puede sugerirlos.
    Gracias por la atención, Javi.

    ResponderEliminar
  4. Es un relato fantástico, me encanta cómo escondes la identidad del personaje hasta su despertar en el tiempo, como un mago que domina el juego con su chistera. Es un relato menos encorsetado que otros tuyos que he leído.

    ResponderEliminar
  5. Opino como tú. Parece que se ha apuntado al blog alguien que entiende de literatura.

    ResponderEliminar